La industria del videojuego ha cambiado en desmesura. Se ha convertido en una de las fuentes principales de ingresos para los países desarrollados. Genera más beneficios que la propia industria cinematográfica y ésta, recurre a ellos con más desgracia que suerte, como fuente de inspiración y, como no, beneficios. Elaborar un videojuego a estas alturas significa años de desarrollo con centenares de profesionales y artistas a su servicio, millones invertidos en marketing y estands en ferias profesionales a lo largo del planeta. Disfrutar de un videojuego ahora significa recurrir a menudo a manuales de 200 páginas, simuladores de vuelo que requieren para mucho el uso de tres monitores, mandos especiales de 25 botones y teclados con decenas de opciones para cada una de las teclas, RPG (Rol Playing Game o juego de rol) con centenares de horas de vida, conocimientos en hechizos e ingredientes de botánica, MMORPG (o juegos de rol multijugadores masivos online) complejos como base de una comunidad online altamente implicada, ... .
Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que los videojuegos podían jugarse con una sola mano, con un solo ratón, a eso se le llamaba point-and-click, es decir, apunta y clica. Hoy en día las aventuras gráficas han desaparecido prácticamente de la industria, salvo honrosas excepciones, pero en los 80 eran una gozada para los aficionados y algunas compañías todavía son recordadas por las obras de arte que llegaron a facturar, especialmente Sierra y Lucasarts. Yo recuerdo con especial cariño la segunda.
Lucasarts fue fundada en 1982 como una desarrolladora de juegos de Lucasfilm, si, la productora de películas del señor George Lucas, el loco creador de Star Wars.
Los juegos de esta compañía, de aparente sencillez, escondían un genial sentido del humor, rocambolescos personajes, una inusual creatividad en los acertijos y ocasionalmente, una endiablada dificultad para resolverlos y nos introdujeron a algunos de los mejores creativos en este mundillo como Ron Gilbert, Tim Schafer o Steve Purcell. Con el tiempo todo se fue suavizando, la entrada de las 3D en los juegos no les sentó nada bien y aquello que era divertido e irónico (o sarcástico) al principio se volvió infantil y simple con el tiempo. Pero en este periodo de tiempo pudimos deleitarnos con algunas joyas como ‘Loom’, los dos primeros ‘Monkey Island’, ‘Sam & Max’ y sobretodo ‘Day of the Tentacle’, a mi parecer no solo el mejor de Lucasarts, sinó uno de los mejores juegos de la historia.
Con los años la compañía acabaría centrandose prácticamente en su totalidad en la creación de juegos para la saga Star Wars y las tres dimensiones harían desaparecer las aventuras gráficas de sus planes de desarrollo tras los intentos de ‘Grim Fandango’ y ‘Escape from Monkey Island’. Si bien el primero era un juegazo con todas las de la ley y para algunos uno de los mejores de la compañía, el segundo solo se recuerda como un bluff para los fans de la saga y como un fallido intento infantil de atraer las nuevas generaciones de jugadores.
Cronológicamente, la lista de aventuras gráficas aparecidas bajo el sello de Lucasarts fueron:
1987 -
1988 - Zak McKracken
1989 -
1990 - Loom
1990 - The Secret of
1991 -
1992 -
1993 -
1993 - Sam & Max Hit the Road
1995 - Full Throttle
1996 - The Dig
1997 - The Curse of
1998 - Grim Fandango
2000 - Escape from Monkey Island
Algunas de estas joyas todavia pueden ser adquiridas a precios reducidos o siempre quedará la opción de descargarlas ilegalmente con el emule. Sea cual sea tu opción, no lo dudes, intenta jugar al ‘Day of the tentacle’ sin prisa, podrás estar horas pensando como resolver las más locas situaciones incluso en pareja. Para finalizar, solo destacar que ‘Sam & Max ‘ recientemente han vuelto a sus andadas gracias a ‘tell tale games’ y sus entregas por capítulos.
A disfrutarlo.
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